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Por Global Times

Recientemente, algunos medios de comunicación estadounidenses y británicos revelaron que Washington presionó a la UE para que impusiera aranceles de hasta el 100 % a China y la India, alegando sus compras de petróleo ruso. El Financial Times citó a un funcionario estadounidense anónimo que dijo: «Solo lo haremos si nuestros socios europeos nos apoyan» y «compartiremos el dolor juntos». El Ministerio de Asuntos Exteriores chino respondió el miércoles afirmando que la posición de China sobre la crisis de Ucrania es objetiva y justa, que China no ha creado la crisis ni es parte en ella, y que se opone a que se le culpe a China o se le imponga la llamada «presión económica».

El informe del Financial Times afirmaba que las capitales europeas estaban debatiendo la viabilidad de la propuesta estadounidense, pero «muchas están nerviosas dadas las relaciones comerciales de la UE con Pekín y Nueva Delhi». Esto pone de relieve el enredo y la mentalidad contradictoria de la UE en sus relaciones con China desde hace algún tiempo. Quiere ser a la vez socio y competidor; quiere equilibrar las relaciones económicas y comerciales y también perseguir la llamada «reducción de riesgo»; le preocupan las relaciones entre China y Rusia e incluso ha impuesto sanciones a empresas chinas, al tiempo que exige a China que coopere para presionar a Rusia. Esta mentalidad de «quererlo todo» la ha dejado desorientada en un mundo turbulento y cambiante y también ha causado numerosos problemas en las relaciones entre China y la UE. No es de extrañar que la académica española Marta Montoro escribiera en un artículo que, si la UE quiere sentarse a la misma mesa que China, debe aprender a llevar pantalones largos. 

La mentalidad contradictoria de la UE se refleja de manera prominente en tres niveles. En primer lugar, en el nivel cognitivo, la política de la «triple posición» combina sin rodeos los tres roles incompatibles de China como socio, competidor y rival sistémico. Aunque aparentemente pretende dar cabida a las diferentes voces dentro de la UE, en realidad refleja la mentalidad de suma cero de algunos en el lado de la UE. Las cuestiones cognitivas sin resolver conducen fácilmente a fluctuaciones constantes en el desarrollo de las relaciones bilaterales. En segundo lugar, en el ámbito económico y comercial, los líderes de la UE han manifestado su compromiso de resolver las fricciones y los conflictos mediante la negociación y la consulta. Sin embargo, en realidad, han ejercido presión unilateralmente sobre China y le han planteado exigencias, al tiempo que han ignorado las iniciativas de cooperación y las preocupaciones legítimas de China, lo que demuestra una tendencia creciente hacia el proteccionismo. Además, en cuestiones candentes, la UE espera un alto el fuego entre Rusia y Ucrania, pero sigue ciegamente el ejemplo de Estados Unidos, aumentando continuamente las sanciones a Rusia y trasladando la culpa a China. En los últimos años, la UE también ha cooperado con la «Estrategia Indo-Pacífico» de Estados Unidos, avivando constantemente las tensiones regionales.

Fundamentalmente, la razón de la mentalidad contradictoria de la UE es que esta no ha llegado a comprender claramente la dirección de las transformaciones del siglo, su propia posición y su desarrollo futuro, ni ha encontrado respuestas claras a las cuestiones estratégicas y de orientación relativas a su propio futuro. ¿Debe optar por la dependencia de los Estados Unidos o por la autonomía estratégica? ¿Se obsesionará con la competencia geopolítica o adoptará una cooperación abierta? Las diferentes respuestas conducirán a un futuro y un destino completamente diferentes para la UE.

La UE siempre ha concedido importancia a las relaciones transatlánticas, lo cual es comprensible. Pero si da prioridad ciegamente a los intereses de los Estados Unidos, llegando incluso a servir de peón de la estrategia geopolítica de Washington, en lugar de relacionarse con los Estados Unidos en pie de igualdad como actor global importante, solo conseguirá socavar la independencia y la credibilidad de la propia política exterior y de seguridad de la UE. En la cuestión de Ucrania, después de hacer «sangrar» a Europa, Estados Unidos dio un giro para «desangrarla» de nuevo en materia económica y comercial. Sin embargo, en lugar de reflexionar sobre los problemas subyacentes de la relación entre Estados Unidos y la UE, algunos en Europa utilizan con frecuencia a China como excusa, tratando de ganarse el favor de Washington a expensas de los intereses de China y de las relaciones entre China y la UE, con la esperanza de mantener la unidad transatlántica exagerando la llamada «amenaza común». Este enfoque nunca se ganará el respeto de Estados Unidos, al tiempo que dañará gravemente las relaciones y la cooperación con China.

Lo que la gente común quiere es paz, estabilidad y medios de vida seguros, y no crear enemigos por todas partes. Europa no es una excepción. Los principales órganos decisorios de la UE no son elegidos por el público ni rinden cuentas directamente a los europeos. A nivel interno, las instituciones de la UE están fragmentadas por facciones, intereses divergentes y opiniones contrapuestas, lo que dificulta la toma de decisiones. No está claro qué opiniones o intereses refleja realmente su política hacia China. Las encuestas muestran que los Estados miembros de la UE se inclinan más por apoyar la visión del presidente francés Emmanuel Macron de China como «socio estratégico y global», en lugar de enmarcar la relación en términos de «reducción del riesgo» o confrontación.

El diálogo y la cooperación con China son la elección correcta de la UE. China es el socio de la UE para lograr la seguridad y mejorar la competitividad, y ambas partes tienen un enorme potencial de cooperación en campos emergentes como la inteligencia artificial, la economía digital y el desarrollo ecológico. La UE debe adoptar una actitud más integral, objetiva y constructiva hacia las relaciones económicas y comerciales entre China y la UE, promover un desarrollo equilibrado y con visión de futuro a través de la apertura mutua, y gestionar adecuadamente las fricciones comerciales mediante el diálogo y la consulta. En el turbulento mundo actual, en el que el unilateralismo y la intimidación desafían gravemente el orden y las normas internacionales, cuanto más compleja se vuelve la situación mundial, más necesitan China y la UE reforzar su solidaridad y coordinación, actuando con firmeza como fuerza estabilizadora en un mundo volátil.

Este año se cumple el 80.º aniversario de la victoria en la Guerra Mundial Antifascista. Al repasar la historia de la Segunda Guerra Mundial, la lección más importante para Europa es que el compromiso y el apaciguamiento no traen paz ni respeto. La UE debería dejar atrás sus contradicciones y enredos internos lo antes posible y volver al buen camino de una asociación estratégica integral con China. 

Esta es la mejor opción para los intereses fundamentales y a largo plazo de la UE.

Traducción: Stolpkin.net

Fuente: https://www.globaltimes.cn/page/202509/1343190.shtml

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